Un onsen en Kobe y la sorpresa de Paul
Salí de la estación de Kyoto dirección a Kobe, no recuerdo bien si viajaba en tren bala o en la línea Tokaido, pero recuerdo que no fueron más de 50 minutos.
Iba cargado con mi maleta tamaño familiar, mi MacBook pro, mi traje, los zapatos que había comprado en Shibuya unos días antes y por supuesto la mochila con mi cámara y ópticas. Posiblemente en otro país hubiera viajado estresado, intranquilo, pensando en todo lo que llevaba encima y viajando con el miedo en el cuerpo. No en Japón.
Bajé en la estación de Sannomiya, donde había quedado con una amiga virtual que conocía de una página de intercambio de idiomas, Asami. Era la primera vez que veía a la que ahora es mi mujer.
Me acompañó a mi hotel, ella misma se había encargado de hacer la reserva, muy moderno y con onsen (balneario). La habitación era perfecta para un salary man o un viajero que estaba de paso, independiente, pero que en lugar de puerta tenía una gran cortina. Pagué el equivalente a 50 euros, sesión de onsen incluida.
Pasamos el día juntos y cuando volví al hotel, pedí mi yukata ( kimono informal) y me preparé para darme un baño relajante.
Era un poco tarde, sobre la medianoche, razón por la que imagino eramos sólamente tres o cuatro personas en total. Me desvestí, y con una pequeña toalla me cubrí mis vergüenzas. No es que tenga nada que ocultar, pero nunca me ha gustado compartir cierto tipo de cosas.
Me metí en el agua y a los cinco minutos me di cuenta que algo no marchaba bien. Éramos pocos ahí pero observé que el ritual era diferente, salí del agua y me senté en un pequeño taburete. Visualicé todos esos anime que había visto, me puse la toallita en la cabeza y me limpié de arriba a abajo como perfecto nipón. Ahora sí. Volví al agua, completamente purificado. Maldito occidental que nos ensucia el agua, pensarían.
El agua estaba muy caliente, tanto que la vista se me fundió a negro durante unos treinta segundos, una sensación escalofriante, he de decir.
Terminé el baño y me pesé en una de las básculas que había disponible. No me podía creer que había perdido casi siete kilos en tan solo un mes ¿Cómo puede ser, si estoy comiendo como un cerdo?
Salí y fuí a la sala de relax a preparar un poco la entrevista de trabajo que había conseguido para el día siguiente. No era nada audiovisual, pero visto lo difícil que era conseguir un visado decidí probar otros caminos.
El puesto era para profesor de inglés, uno de los oficios más ofertados en Japón, normalmente para nativos ingleses. Sorprendentemente se interesaron por mi currículum y decidieron darme una oportunidad.
Aunque mi nivel de inglés es bastante bueno, en su momento creía ( y sigo pensando) que no estaba preparado para algo así pero, como la oferta iba dirigida a profesores de inglés para niños de primaria, pensé que al tratarse de niños pequeños, menos exigentes, igual tendría alguna oportunidad…
La entrevista iba a tener lugar en Hirakata, ciudad no muy grande (pero con casi medio millón de habitantes) a unos 20 minutos de Osaka.
Llegué a la estación de Hirakata con bastante antelación. Me dio tiempo a entrar en un UNIQLO y comprar un cinturón para el traje. No era conveniente que se me cayeran los pantalones en mitad conversación.
La reunión era a las 2 o a las 3 de la tarde con lo que aproveché para comer casi a hora española. La academia de inglés estaba prácticamente pegada a la estación, y en frente de ella un Mos Burger. Si unimos cabos sabréis que pasó a continuación.
Era también mi primera vez en Mos Burger, una cadena de fast food tipo McDonalds pero 100% japonesa, y aunque los menús estaban escrito en katakana en su mayoría ( palabras inglesas transcritas al japonés) me llevó un rato decidirme y explicarme, ya que ni siquiera el encargado sabía hablar inglés.
Para mi gusto, la hamburguesa estaba mejor que las de McDonalds, pero el tamaño era mucho más pequeño que las que puedes encontrar en Burger King, por ejemplo.
Miré el reloj, es decir, el teléfono móvil, y a en punto entré por la puerta. Me presenté y me dijeron que esperara al responsable de la entrevista.
Eche un vistazo en la oficina y sonreí. Todas las profesoras eran japonesas, aún tenía una oportunidad.
Por eso la caída fue tan grande.
Hi, my name is Paul, are you David? ( creo recordar que se llamaba Paul)
El responsable no sólo era extranjero, no sólo hablaba un perfecto inglés, sino que además había nacido en el país que había inventado dicha lengua.
Aún así, la entrevista duró más de media hora, imagino que más por la curiosidad de Paul por saber porque un friki español, eso sí, perfectamente aderezado en traje negro y corbata, había cruzado medio país para tener una entrevista para un puesto que ni de casualidad iba a conseguir.
Estuvimos hablando sobre la vida en Japón, sobre el caracter de la gente, sobre la educación. Se alegró en saber que aquella había sido mi primera entrevista laboral en Japón.
La conversación no iba mal del todo, hice un esfuerzo sobre humano para intentar evitar mi pegajoso acento hispano, incluso me vine arriba, motivado por el desarrollo de los acontecimientos, hasta que, en un momento dado, cometí un pequeño error gramatical.
Recuerdo como si fuera ayer, como me corrigió, con delicadeza, y ambos sonreímos. Tras cruzarnos un par de miradas ambos supimos al instante que aquel era el último día que ibamos a vernos.
Joe tio… Un poco duro el final…. 😦 , supongo que si sigues por alli te fué mejor posteriormente 😉 , gracias por compartir tus experiencias
Gracias a tí por leer! Sí, la verdad es que tuve 4 o 5 entrevistas en los primeros meses que estuve en Tokio. En todas ( menos en esta 🙂 me ofrecieron trabajo, el problema es que eran trabajos a tiempo parcial y no podían hacerse cargo de mi visado… Ahora la situación es diferente porque estoy casado con una mujer japonesa y tengo visado de cónyuge.
Muy buena entrada! Podrías decir cual es la pagina de intercambio de idiomas? Gracias.
Muchas gracias! claro, la página era Palabea 🙂
Vaya… Qué put…ada… Pero se puede saber porque no estaba preparando las olimpiadas SIr Paul?
No hay mal que por bien no venga. Por lo menos el viaje te sirvió para algo… 😉
Saludos!!
Jeje, la verdad es que fue una pena. Pero bueno, el viaje no fue en vano, viajé por Kobe y Osaka, conocí a la que ahora es mi mujer y encima tengo la anécdota de Paul 🙂
Uf que mal. Me imagino la tensión en ese momento…
jaja, sí… Bueno, ahí queda para el recuerdo 🙂
vaya y yo que creia que ir a japon seria genial pero me doy cuenta q es una constante pelea para poder sobrevivir cada dia…….. aunq sigo decisdido de ir gracias por decirnos tus espectativas me serviran cuando este en japon………….
Bueno, todo es relativo en esta vida… Depende mucho de la situación de cada uno. Japón es un país potente con mucho trabajo y oportunidades de negocio, pero ser extranjero puede ser complicado. Tampoco es lo mismo llegar aquí con una beca o estudiando en la universidad que llegar como un emigrante más, sin trabajo ni nada. Ahora mi situación es un poco diferente, aún no he empezado a buscar trabajo en serio, pero el panorama se presenta un poco menos negro 🙂
Me gustaria saber la historia de tu esposa 🙂
No hay mucho más que contar, la verdad 🙂