Etiquetado: anécdotas en japón

Sobre Tokio, el jet lag y la soledad de los tokiotas


Mi primer encuentro con Japón fue un poco agridulce.

Normalmente uno nunca olvida las primeras veces de aquellas cosas que tanto nos marcan. La primera vez que besas a alguien con pasión, la primera vez que pone las manos en un volante y le das al contacto, la primera vez que se va un familiar, y por supuesto, la primera vez que vas a Japón.

Como para muchos de vosotros, viajar (y vivir) en Japón era uno de esos sueños de la infancia, influenciado sin duda por tantos dibujos animados que nos perseguían de sol a sol.

Aunque mi madre siempre me recuerda que de pequeño quería ser cartero, el diablo sabrá por qué lo decía, tantas horas de televisión y de videos VHS acabaron marcando mi personalidad.

Yo era uno de esos niños que se levantaba los sábados a las 6 de la mañana para ver Johnny y sus amigos ( Kimagure Orange Road), y todas las series que se emitían hasta que llegaba la hora de salir de casa para ir a jugar a fútbol con el equipo del colegio, al más puro estilo Captain Tsubasa, claro.

Pronto Japón se convirtió en un objetivo vital, uno de esos destinos obligados que tenía que visitar antes de morir.

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Un esquilado apurado en Shimbashi

Llevaba casi dos meses en Tokio y no quería darme cuenta de que necesitaba un corte de pelo. Me decía a mí mismo que en en un país como éste, poco importaba ese flequillo tan exagerado. Pero la verdad es que aquello ya cantaba.

Tenía mis razones para no querer acercarme a una peluquería japonesa. Por una parte, el idioma que, aunque después de un par de meses allí podía defenderme bastante bien,  era totalmente estéril en materia de estilismo, y por otra, la económica, mi cuenta bancaria iba disminuyendo exponencialmente y el trabajo no llegaba. Por si fuera poco, tenía entendido que en un «hair salon» japonés era prácticamente imposible gastarse menos del equivalente a unos 40 euros. Vamos dos o tres veces más de lo que pagamos los hombres en España.

No sé como surgió, pero un día, navegando entre foros de extranjeros en Japón, me encontré con una cadena de peluquerías que cortaban el pelo en tan sólo diez minutos, y a un precio muy económico: 1000 yenes, es decir, unos 10 euros.

En otras circunstancias, ni me lo hubiera planteado. Siempre he sido un poco maniático para estos temas y que un señor o señora que no habla mi idioma, ni nada que se le parezca, me cortase el pelo en diez minutos me sonaba a película de terror de la Hammer.

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