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De Tokio a Hiroshima, siete días y un Japan Rail Pass II
Capítulo II: Kioto
Me desperté temprano y me dirigí a la estación de Nagoya para tomar el Shinkansen ( tren bala con destino a Kioto). Iba a pasar únicamente dos días en Kioto y no quería desaprovecharlos, además había quedado con Manami, mi anfitriona del Coach Surfing.
Llegué a la estación de Kioto una media hora o tres cuartos de hora antes que ella , sí soy una de esas personas que siempre llega antes a las citas, cargado hasta los topes como comentaba en el post anterior. Como no podía moverme demasiado, por la incomodidad más que nada, hice tiempo tomándome un café y una berlina en la popular cafetería Mister Donut, el equivalente japonés al Dunkin´ Donuts norteamericano.
Salí fuera y me encontré con ella, no sin antes quedarme a cuadros con las figuras de varios personajes de Osamu Tezuka que decoraban las inmediaciones del recinto. Tras las presentaciones pertinentes me acompañó hasta su casa para que pudiera dejar todo el equipaje. Me comentó que hasta las 11 de la noche no volvería a casa y lógicamente no me iba a dar una copia de las llaves, así que decidí dejar mi portatil en las taquillas de la estación por si lo fuera a necesitar más tarde.
La explosión de colores en el otoño japonés
Soy yo quien cree -y quien asume la responsabilidad de tan herética opinión- que no hay en la superficie del planeta un espectáculo más delicado, más empapado en esprit de finesse ni más ignoto para quienes no sean nipones que el ofrecido por el país del sol levante en la tercera estación del año.
Fernando Sánchez-Dragó: El lugar más hermoso del mundo.
La verdad es que una vez te encuentras en Japón, especialmente en Kyoto o el área de Kansai, es difícil llevarle la contraria a Sánchez-Dragó.
Es posible que ver florecer a los cerezos ( Sakura ) en la llegada de la primavera (espero que pueda verlo) sea algo único, irrepetible y especial para los japoneses o cualquiera que se encuentre en Japón en esa época del año, pero ver el cambio radical de los árboles en otoño es algo que nunca había tenido ocasión de disfrutar anteriormente. Por supuesto que he visto otoños en diferentes ciudades y países pero nada comparado con la explosión de colores en frente tuyo cuando viajas estos días por Japón.
En Tokyo hay unos cuantos parques donde disfrutar de este cambio de tonalidades. Uno de ellos es el Shinjuku Gyoen ( podéis ver algunas fotos abajo). Como ocurre en algunos parques de la ciudad hay que pagar para entrar, pero una cifra relativamente simbólica, si no recuerdo mal 200 o 300 yen ( unos 2-3 euros). No emociona rascarse el bolsillo, pero la verdad es que mereció la pena.
En las fotos podéis ver algunas de las estampas que me he encontrado en mi viaje con el Japan Rail Pass ( en cuanto pueda subiré un video-diario del mismo). Nagoya y el valle de Kiso, Kyoto, Osaka, Kobe, Hiroshima, Miyajima y Shikoku.
Espero que os gusten.