Una bolsa Boston azul oscuro
Hace unos cuantos meses, adelanté- con la boca demasiado abierta- que iba a empezar a dramatizar una serie de sucesos criminales reales japoneses, dándoles forma de relato corto. Tenía muchas ganas de hacerlo y probar suerte en este nuevo formato, pero una serie de circunstancias- gran parte de ellas laborales- me han hecho ver que es realmente complicado que pueda hacer algo medianamente aceptable con el tiempo disponible del que dispongo.
Aún así, como sería una pena que se perdieran estos casos que ya tenía recopilados, te los contaré de una forma mucho más accesible para mí, periodística. En aquellos casos donde la información brille por su ausencia, me tomaré alguna pequeña licencia. He desempolvado alguno de los libros que utilizábamos en las asignaturas de redacción periodística en la facultad, a ver que tal se me da.
Empiezo hoy con un caso que no dio a la vuelta al mundo pero que me puso los pelos de punta…
Una bolsa Boston azul oscuro
Tomohiro Kodama parecía una persona normal, un estudiante más de la universidad de Seijo.
De la misma forma que ocurre con tantos otros veinteañeros, el segundo año de su especialidad se le atragantaba.
«Era un chico alto, delgado, muy tranquilo, el perfil de persona que nunca cometería, o intentaría cometer, un crimen de estas características» Así lo describía su instructor del club de iaido, arte marcial del desenvainado de la katana, practicado por los samurais tiempo atrás y cuyo principal objetivo es ser capaz de reaccionar con rapidez ante cualquier situación.
En sus bolsillos, la policía local no encontró más que un cuchillo para fruta, y un año después del suceso, los vecinos todavía se preguntan cuales eran sus intenciones.
Por motivos que todavía no están del todo claros, Kodama se encontraba en la localidad de Hiroshima, a muchos kilómetros de su residencia en Setagaya, Tokio. Dejó su equipaje en el hotel donde se hospedaba, muy cerca de la estación JR Hiroshima, y salió equipado con una bolsa tipo Boston, un cuchillo para pelar fruta, y algo de dinero.
Horas más tarde, alrededor de las 20.50 horas en el barrio de Nishi, Kodama se acercó a una parada de autobús donde una niña de 12 años que acababa de salir de su academia de repaso, esperaba a su madre. La niña, menuda, se vio sorprendida por Kodama, y asustada obedeció al extraño que le obligó a acompañarle a un callejón cercano. Una vez allí, Kodama le amenazó con el pequeño cuchillo y forzó a la niña a meterse dentro de la bolsa. Empujando su cuerpo, cerró la cremallera.
No tuvo que ser fácil transportar la bolsa unos cuantos metros más allá y llamar a un taxi, pero lo consiguió.

Una bolsa similar a la que utilizó Kodama
Toshiyuki Hoshiyama, de 63 años, paró su taxi y ayudó a introducir el bulto en el maletero. Sintió que la temperatura de la bolsa no era la habitual, pero en un país tan reservado como éste, algunas veces es mejor no hacer preguntas.
«Me preguntaba que había dentro de la bolsa» declaró Hoshiyama.
Kodama, le dijo al taxista que se dirigiera al centro comercial Fukuya, delante de la estación JR Hiroshima. Pisó el acelerador y ambos viajaron en silencio.
Un par de kilómetros más tarde, el conductor empezó a escuchar ruido que procedía de la parte de atrás del taxi.
«¿Tienes a un perro o algo así ahí detrás?» preguntó Hoshiyama, cada vez más receloso de su cliente, que se limitaba a mirar a todas partes sin descanso y no emitía sonido alguno.
Tras conducir diez minutos, y parar en un semáforo, el taxista escuchó claramente un perturbador «¡sácame de aquí!».
«¿Llevas a una persona en la bolsa?» preguntó el veterano conductor que no obtuvo más respuesta que «me bajo aquí» por parte del estudiante de 20 años de edad, que abrió la puerta trasera e intentó escapar.
Hoshiyama, que seguramente no practicaba iaido, reaccionó con rapidez, salió del vehículo, lo agarró con sus brazos y lo encerró en el asiento de atrás mientras gritaba a un transeúnte «¡llama a la policía! Hay alguien encerrado ahí detrás». La niña, consciente de la situación, gritaba con más fuerza. Su agonía duró unos pocos minutos. El hombre que había contactado con la policía, abrió el maletero y la bolsa. La encontró allí, acurrucada, llorando y sin poder articular una palabra. Era delgada, medía 1.50 y pesaba alrededor de 30 kilos.
Se llevaron apresado, a Tomohiro Kodama a la comisaría más cercana. En sus bolsillos, el teléfono móvil de la niña, que le había robado para que no pudiera contactar con nadie. Su plan era llevarla al hotel, pero ni él mismo sabía que iba a hacer con la escolar. Al menos eso declaró a la policía.
¿Fue un acto premeditado o se le ocurrió en el momento? Yo me decantaría por la segunda opción, por esa planificación tan pobre y arriesgada, llevando a cabo una acción de este tipo sin tomar ninguna precaución, más que hacerse con el teléfono de su víctima. Quién sabe…
De lo único que no hay duda es de la acusación por intento de secuestro a una menor y de que esta historia sucedió en Japón el 4 de septiembre de 2012.
Fuentes consultadas:
Fotografía de cabecera:
Interpretación de una fotografía de Cristianone de Chiarona
ufff…. que miedo….. no te puedes fiar de las apariencias….
Pues sí… Es curioso que siempre todo el mundo dice aquello de «parecía incapaz de hacerlo» o «quien lo diría, era un chico ejemplar»…
Además de ser una historia escalofriante sobretodo por la indefensión de la niña. Es muy extraño el hecho en sí mismo, es decir, el chico puede ser un psicopata en estado «pausa» y algo le activó su instinto predador que tienen este tipo de gente, no sé, es una idea, pero además, me ha sorprendido muchisimo que cupiese la niña en la bolsa, aunque pese 30 kilos, si no es una persona superflexible como un contorsionista o algo así, en fin, que el mundo esta lleno de grillados es lamentablemente un hecho , Un abrazo desde España.
La bolsa era de 70 cm de largo y 30 de alto, yo imagino que una niña así, en posición fetal cabe. Desde luego, es una salvajada… No sé si este tipo habrá despertado ese lado psicópata, pero desde luego empatía le falta mucho… ¡Otro abrazo para ti Maruja!
Sólo un apunte, un psicópata no tiene porque ser un asesino, la psicopatía es un trastorno en el cual el psicópata no siente empatía por los demás, pero eso no quiere decir que vaya matando gente. Según Kevin Dutton en su libro «The wisdom of pyschopaths: «What saints, spies and serial killers can teach us about success», las 10 profesiones con mas psicoptas son (por orden decreciente) CEO, Abogado, Medios (TV y Radio), Vendedor, Cirujano, Periodista, Policías, Clérigos, Chef (cocinero),y Empleado público ; y yo no veo a una horda de cocineros, cirujanos y abogados matando gente.
Respecto a lo de la maleta… no se cuanto medirá esta pero el tio cabe dentro http://www.youtube.com/watch?v=c1cN7kyuTXg
Quitarle el movil, bien, no atarla y amordazarla, mal. Si lo planeó mas le vale un trabajo físico por que lo que es mental…
Gracias por tu comentario 🙂
Soy consciente de ello, uno de mis libros favoritos es el «Asesinos en serie» de Robert K. Ressler (que trabajó veinte años en el FBI trazando el perfil psicológico de múltiples asesinos). Como comentaba en el post, no se sabe lo que iba a hacer con la niña, pero desde luego la falta de empatía era absoluta.
Saludos
uffs pobre niña, mis respetos al taxista =O
Joe, menos mal que acabó mejor de lo que parecía al principio. A la gente se le va el panchito de una manera…
Qué miedooo !!!
¡Vaya historia! Está claro que este tipo no estaba bien de la cabeza, y la planificación era muy, muy deficiente.
Oye, y que quede claro que los que practicamos iaido no somos así, eh?
Jaja, ya imagino 😉