Un día en Odaiba
Ayer me levanté con ganas de marcha, con la moral reforzada gracias a los mapas que conseguí en la oficina de turismo del edificio del gobierno metropolitano de Tokio y decidí ir a pasar el día a Odaiba, la isla artificial.
Tenía mucha curiosidad por acercarme a esa zona, ya que, junto a la bahía de Tokio en su conjunto forma parte de nuestro imaginario colectivo. Cuantas veces la bahía de Tokio ha sufrido ataques de monstruos…
Tras un origen militar, Odaiba ( o simplemente Daiba ) fue reconcebida como una especie de punto de ocio para los tokiotas. Nada más llegar, tras coger el monorrail en la estación de Shimbashi ( el viaje cuesta poco más de 600 yenes ida y vuelta, unos 5 euros y medio) enseguida nos damos cuenta que es un destino elegido por un buen número de escuelas que llevan a sus niños ( y no tan niños) a conocer los estudios de televisión Fuji, el Miraikan ( el museo nacional de Ciencia e Investigación) o el museo de Ciencias Marítimas. Es divertido ver como llevan a los más pequeños en marcha militar y sonreir cuando los mayores intentan hacerse los duros desabrochándose la camisa al más puro estilo manga.
La visita a Fuji TV es gratuita ( excepto si quieres subir al mirador de la bola o entrar en algún museo específico) pero únicamente disfrutarán la visita los que conozcan los productos de esta televisión y por supuesto los seguidores de Dragon Ball y One Piece, las estrellas de la Fuji TV. En la tienda se puede comprar un montón de merchandising de las dos series ( como bolas de dragón de plástico, camisetas réplicas de las que llevan los personajes de los animes o curiosidades de otros programas de televisión). Si tenéis suerte podréis ver la grabación de algún programa desde unas ventanas que hay en los pasillos.
Sin duda la mayor curiosidad de Odaiba es la réplica de la Estatua de la Libertad ( de la de París, más pequeña que la norteamericana) que junto al Rainbow Bridge supone una de las estampas más bonitas de la ciudad.
Además de los museos citados, otra de las atracciones es la presencia de grandes centros comerciales (como el Aqua City), centrados especialmente en tiendas de ropa y complementos de marca, en los que perderse (literalmente) y pasar la tarde.
Llevo pocos días en Tokio, pero suficientes para darme cuenta que es una ciudad muy especial, fantástica si tienes planes pero muy fría y dura si te encuentras solo/a. En este contexto tan deshumanizado por momentos, donde la gente parece programada y no presta demasiada atención a los demás (excepto si eres cliente de un restaurante o tienda, donde recibirás la mejor de las atenciones) fue un regalo para mis ojos ver como en la oscuridad de la playa de Odaiba las parejas se abrazaban debajo de las estrellas invisibles y frente al Rainbow Bridge.
Hola sobrinos:
¿Cómo vais?. Espereamos que muy bien en Tokio, nosotros acá muy bien y yo ya casi puedo andar sin andador-
Nos gustan mucho tu sarticulos y fotogrfias.
A ver s no toca la lotería o los ciegos y vamos hast allí para veros.
Mari lola me dice que vaya acenar. Ya te escribiremos más cosas.
Besitos de los dos alos dos.
Hola tío y tía,
pues aquí estamos, bien. Yo por lo menos intentando adaptarme a la ciudad, que no es poco…
Me alegro de que ya estés a punto para empezar a andar, a ver si no se demora mucho.
También me alegro de que os gusten las fotografías y los artículos, uno hace lo que se puede, aunque es difícil no encontrar
algo interesante que fotografiar en Tokio…
Más besos para vosotros